Un halo de luz para el viñedo del Jiloca
- 25/02/2021
- Publicado por: Susana Escobar Luqui
- Categoría: Noticias
La asociación Paisajes del Jiloca ha puesto en marcha un proyecto para frenar el abandono y la perdida de la vid de las tierras del Jiloca
Las inquietudes y el amor por su entorno llevaron a un grupo de vecinos de la zona de Daroca a crear una asociación, para impulsar la recuperación del viñedo del valle del Jiloca.
Paisajes del Jiloca nace para tratar de frenar el abandono y la pérdida de la vid antigua; y con el objetivo de crear una bolsa de parcelas en vías de desaparición y ponerlas en producción. Sin olvidar que esta iniciativa puede ayudar a fijar población y evitar que se diluya parte del patrimonio económico, social y cultural de la zona ligado a la viticultura.
Durante los últimos años la ribera del Jiloca ha perdido más de 300 hectáreas de viñedo debido a la elevada edad de los agricultores, la falta de relevo generacional, el arranque masivo de principios de siglo XXI y a errores en la comercialización y elaboración del producto.
“El valle del Jiloca, desde Calamocha hasta Paracuellos, ha sido una zona productora de vid de especial calidad, con parcelas entre los 800 y los 1.000 metros que confieren a la zona unas características excepcionales pero que actualmente se encuentra en recesión”, según reconoce Felipe Gonzalo en declaraciones para Heraldo.
Juan Manuel Gonzalvo, enólogo de la Cooperativa Santo Tomás de Aquino de Daroca, impulsor de la iniciativa junto a Felipe Gonzalo recuerda para este mismo periódico: “Cuando llegué en la vendimia de 2019 me encontré con unas instalaciones preparadas para 7 millones de litros de vino, pero en la comarca solo quedaba capacidad de producción para 300.000 litros”.
A su favor, esta asociación cuenta con la reciente incorporación de Daroca y otros pueblos de la comarca a la Denominación de Origen de Calatayud, lo que ha motivado a varias iniciativas empresariales a interesarse de nuevo por el sector del vino en estas tierras. Ejemplo de ello son las bodegas de Santo Tomás de Aquino, Somos de Murero o el Pago de la Boticaria.
Se trata de una tierra de larga tradición vinícola, pues la edad media de algunas viñas es de 50 años e incluso hay viñedos en los que las vides rondan los 90. Esto unido a la altitud, a la riqueza del terreno y a la climatología permitirán elaborar vinos de una mayor calidad.
“La actividad no se ha perdido, y queremos apoyar a quienes siguen todavía y están apostando por el sector. Pero si no actuamos ahora, en 15 o 20 años nos quedaríamos a cero”, asiente Juan Manuel.
¿Cómo funciona?
Esta iniciativa pretende crear una bolsa de parcelas cedidas para seguir produciendo en ellas y que no se pierdan, con la ayuda de voluntarios y donaciones. En estos momentos ya cuentan con la cesión de tres parcelas en el término municipal de Orcajo.
Tomando como ejemplo el proyecto ‘Apadrina un olivo’, esta asociación propone dos vías de colaboración; la del socio trabajador, que aporta 30 euros al año y su labor y conocimientos, y la del padrino, que como socio capitalista participa con 50 euros al año a través de una donación o micromecenazgo. Una vez que las fincas apadrinadas den sus primeros frutos, se plantea llevar las uvas a la cooperativa de Daroca para vinificación e incluso sacar una marca propia.
Los padrinos recibirán diversas herramientas para seguir el proceso de recuperación, un certificado de apadrinamiento, un pack de con seis botellas de vino cada año y podrán participar en el proceso vitícola.
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