Susana Ruberte, la primera mujer enóloga de Aragón
- 15/12/2020
- Publicado por: Susana Escobar Luqui
- Categoría: vino y talento
Susana Ruberte: «En la bodega siempre hay que estar probando, innovando y mejorando cada día».
Susana Ruberte es la primera mujer enóloga de Aragón y está al frente de Bodegas Ruberte, perteneciente a la Denominación de Origen Protegida Campo de Borja. Desde el año 2016, dirige Bodegas Monasterio de Veruela, dedicadas a la elaboración de cava y ubicadas también en la localidad de Ainzón de esta comarca zaragozana. Monasterio de Veruela pertenece a la Denominación de Origen Cava y parte de su espacio son cuevas subterráneas que ocupan unos 600 metros cuadrados. Con este proyecto, en el que está directamente inmersa una de sus hijas, Susana cumplió uno de sus sueños: poder elaborar cava en su propia bodega.
Ruberte, gran apasionada de viticultura y de todo lo que le rodea está también muy vinculada y comprometida con las acciones solidarias que se hacen la comunidad en torno al vino, como el reto anual de Mujeres Diviñas, al que siempre asiste o participa, de una u otra manera.
- ¿Cuándo y dónde te formaste?
Comencé con mis estudios en Enología en 1979. Durante tres años estuve en Madrid en la Escuela del Vino donde me formé como enóloga. Anteriormente había cursado una formación profesional de química en Barcelona.
- ¿De dónde te viene tu pasión por el vino?
Mi padre es el «culpable» de mi pasión por el vino, él fue quien me inculcó el amor por esta profesión. De pequeña siempre lo veía «metido en faena»: trasegando, mezclando vinos y buscando un buen buque que gustase a sus clientes. A mí me encantaba estar con él, podía permanecer horas observando lo que hacía. Pasábamos mucho tiempo juntos en el laboratorio y él me dejaba al cargo para que no pasasen los análisis. Eran tareas insignificantes, pero a mí me hacían sentir muy bien, sentía que era una gran responsabilidad y estaba siempre con los cinco sentidos atenta a todo lo que se «cocía» allí.
En un primer momento, mis padres me enviaron a estudiar Administración a Zaragoza, pero he de reconocer que eso de estar rodeada de papeles nunca ha sido lo mío. Por eso, un día les planteé cuál era mi verdadera pasión: estudiar enología y seguir los pasos de mi padre. Siempre me apoyaron en mi decisión, a pesar de las dudas que les generó al principio. Hay que tener en cuenta que el mundo del vino siempre ha sido, principalmente, masculino y más en aquellos años. La enología no estaba considera un oficio de mujeres.
- Tus hijas te ayudan ahora en la bodega, ¿cuál es el mejor consejo que les has dado?
En estos momentos, está conmigo mi hija pequeña, Ana, que también ha estudiado el grado de Enología. En su caso, lo ha cursado en Cariñena.
Siempre he intentado trasmitirles que lo más importante es hacer lo que a uno le apasiona. Si trabajas en algo que te gusta y disfrutas con lo que haces no es un trabajo, sino un placer. Por eso, siempre trato de inculcarles la pasión que yo tengo, aunque hay ocasiones en las que es muy duro.
- ¿Cuál es tu labor principal dentro de la bodega?
En estos momentos, me toca hacer más trabajo de gerencia que de enología, aunque siempre estoy pendiente de la elaboración y de los viñedos. Me encanta la época de vendimia que para nosotros es el momento más importante del año. Cada campaña, la uva llega en unas condiciones diferentes y hay que dar lo mejor de uno mismo para conseguir los mejores vinos. En la bodega 2+2 nunca son cuatro y eso es una de las cosas que más me gustan. Siempre hay que estar probando, innovando y mejorando día a día.
- Si no te hubieras dedicado al mundo del vino, ¿qué hubieras hecho?
Ahora mismo, me encantaría tener un negocio relacionado con el turismo rural, una casa, un hotelito pequeño con encanto… En definitiva, poder enseñar las maravillas de nuestra tierra.
- ¿Qué características tiene el vino aragonés, independientemente de la denominación, que no tiene ningún otro vino en España?
Las bajas temperaturas del invierno hacen que los vinos tengan una buena acidez, lo que ayuda a mantener más tiempo los aromas. En verano las viñas sufren por las altas temperaturas y la escasez de lluvia que, en algunas ocasiones, provoca estrés hídrico. Esto último se traduce en vinos con más carácter, con más cuerpo, buena estructura y graduaciones entre los 14º y 15º.
- ¿Cuál es la mayor alegría que te ha dado el vino?
Ver y sentir cómo el proyecto que comenzaron mis padres ha ido creciendo poco a poco implicando a diferentes generaciones de la familia. Me encanta cuando vienen amigos de mis padres y me dicen «si viesen esto estarían muy orgullosos». Es una de las mayores satisfacciones. Además, estoy especialmente orgullosa de tener a mi lado a una persona que tiene la misma pasión que yo y con la que puedo compartir todo: mis sueños y también mis desvelos.
- En 2016 ampliasteis el negocio adquiriendo Bodegas Monasterio de Veruela, dedicadas a la elaboración de cava, ¿cómo ha sido esta experiencia hasta el momento?
La experiencia está siendo muy buena y estoy especialmente contenta por la implicación de mi hija. De hecho, es su proyecto. Yo estoy a su lado para aconsejarle y ayudarle en todo lo que necesite y, como madre, eso es una gran satisfacción.
El proyecto se basa en la elaboración de cava BrutNature con una buena crianza en botella. Las características de la bodega, principalmente sus bajas temperaturas, hacen que sea el marco ideal para ello.
La verdad es que el resultado está gustando mucho y el cava está siendo todo un éxito. La gente que no está acostumbrada a tomar cava, lo prueba y te dice: «este sí que me gusta». Y esto es, precisamente, lo que nos anima a seguir trabajando día a día en esta línea.